En los últimos años, España ha sido testigo de un fenómeno cada vez más evidente: el auge imparable de las oposiciones. Cada convocatoria pública atrae a miles (e incluso decenas de miles) de aspirantes deseosos de conseguir una plaza fija en la administración, y este incremento sostenido no es casualidad. Tiene su origen a través de una combinación de factores económicos, sociales y laborales que han cambiado la percepción del empleo público por completo en nuestro país.
En este artículo estaremos abordando las causas principales de este crecimiento, qué oposiciones están consideradas más accesibles por la sociedad y cuáles menos, y cómo este fenómeno está redefiniendo las aspiraciones laborales de toda una generación.
Estabilidad frente a la incertidumbre del mercado laboral.
Uno de los motivos más claros y poderosos detrás del auge de las oposiciones, es la incansable búsqueda de estabilidad laboral. Por desgracia, vivimos en un mercado laboral caracterizado por contratos temporales, salarios bajos y condiciones cambiantes, y en este contexto, el empleo público que se consigue a través de las oposiciones, es sin duda un gran sinónimo de seguridad.
Mientras que en el sector privado los contratos a menudo no superan los seis meses, las plazas públicas ofrecen contratos indefinidos, jornadas regulares y protección ante despidos. Para muchas personas (sobre todo tras la pandemia del COVID-19 y los efectos de la inflación) estas condiciones son las más idóneas, ya que les permiten empezar a plantearse un proyecto de vida estable.
Así es: nos guste o no, la pandemia marcó un antes y un después en el ámbito laboral. Miles de trabajadores del sector privado sufrieron ERTE, despidos o cierres definitivos de sus empresas. Frente a ello, y en contraparte, los funcionarios conservaron sus puestos y condiciones. Este contraste hizo que muchos profesionales empezaran a considerar seriamente el empleo público como una opción realista y deseable, incluso si implicaba meses de estudio intensivo.
Además, la crisis económica posterior y la precarización de ciertos sectores (como la hostelería, el comercio o el turismo) ha empujado a perfiles muy diversos (desde jóvenes recién graduados hasta trabajadores con experiencia) a prepararse para una oposición.
Jubilaciones y demás atenuantes.
Otro factor que, sin duda, ha influido notablemente, es el elevado número de jubilaciones dentro de la administración pública. En los próximos años, se espera que una gran parte del personal actual se retire, lo que está obligando al Estado y a las comunidades autónomas a convocar miles de plazas para garantizar la continuidad del servicio.
Este contexto ha derivado en una oferta pública de empleo más amplia que en décadas anteriores. Solo en los últimos cinco años, el número de plazas ofertadas ha crecido de forma notable en sectores como educación, sanidad, justicia y cuerpos administrativos. De este modo, las oposiciones ya no son eventos ocasionales, sino procesos regulares y masivos.
Sin ir más lejos, el propio gobierno ha impulsado medidas para facilitar el acceso a la función pública. En los últimos tiempos, se han revisado temarios, reducido tasas de inscripción y se han adaptado los procesos para hacerlos más inclusivos y transparentes. Además, con la digitalización de las gestiones administrativas, muchas fases del proceso (inscripción, publicación de resultados, presentación de méritos…) se realizan ya de forma online, lo cual incentiva una mayor participación desde distintos puntos del país.
El papel de las academias.
El crecimiento de la demanda también ha sido acompañado por una expansión del sector de la preparación de oposiciones. Las academias presenciales, los cursos online y las plataformas especializadas ofrecen cada vez más recursos para quienes desean estudiar a su ritmo.
Muchas personas combinan su preparación con el trabajo, gracias a opciones como los temarios descargables, las tutorías virtuales y los simulacros de examen online. Gracias a estos avances, opositar no es una tarea reservada para aquellos que puedan permitirse un año sabático para estudiar, sino una meta asequible para todas las personas que sepan organizar bien su tiempo.
Además, lo mejor es que hoy en día puedes encontrar una gran variedad de cursos para aprobar oposiciones online bastante completos, de materias y sectores poco conocidos, como el de música según destacan Preparadores de Valladolid, así que todos tenemos una oportunidad si queremos empezar a opositar.
¿Cuáles son las más accesibles?
Si bien no todas las oposiciones tienen el mismo grado de dificultad, existen categorías consideradas más “fáciles” por requerir menor preparación técnica o académica. Algunas de las más demandadas por quienes se inician en el mundo de las oposiciones son:
- Auxiliar administrativo del estado y de comunidades autónomas: suelen requerir solo título de ESO o Bachillerato, y los temarios son asumibles en unos meses. Además, las plazas son numerosas y se convocan con regularidad.
- Correos: aunque no es una oposición como tal, el proceso selectivo para trabajar en Correos tiene mucha demanda por su carácter accesible y las condiciones laborales que ofrece.
- Cuerpos de seguridad (policía local, policía nacional, guardia civil): aunque requieren pruebas físicas y un proceso más complicado, siguen siendo muy populares por su estabilidad y posibilidades de promoción.
- Celador o auxiliar de enfermería: quienes cuentan con estudios de FP relacionados pueden optar por este tipo de plazas, muy necesarias en el sistema sanitario.
Oposiciones con mayor nivel de exigencia y especialización.
En el otro extremo, encontramos las oposiciones que requieren una preparación intensiva, conocimientos especializados o una formación académica superior.
Algunas de las más complejas y prestigiosas son:
- Judicatura y fiscalía: exigen una licenciatura en Derecho y una preparación que puede extenderse más allá de los cinco años. Los temarios son extensos y las pruebas orales requieren gran soltura.
- Notarías y registros: consideradas unas de las oposiciones más duras de España, suelen requerir casi una década de preparación y un ritmo de estudio muy exigente.
- Inspectores de hacienda y técnicos de la seguridad social: requieren títulos universitarios y un dominio amplio de derecho, economía, contabilidad y administración pública.
- Cuerpos docentes (primaria, secundaria, universidad): aunque no todas son igual de difíciles, muchas especialidades requieren una combinación de conocimientos pedagógicos y técnicos, además de experiencia práctica.
Cambios generacionales y valores laborales.
Otro aspecto que no puede pasarse por alto es el cambio de valores laborales en las nuevas generaciones. Frente al paradigma anterior, centrado en la ambición empresarial o el emprendimiento, muchas personas jóvenes hoy priorizan la conciliación, la estabilidad y la salud mental.
En ese contexto, las oposiciones hoy en día se presentan como una forma viable de alcanzar estas metas: jornadas fijas, posibilidad de excedencias, horarios compatibles con la vida personal y un ambiente laboral generalmente menos agresivo que en ciertas empresas privadas. De este modo, el empleo público está recuperando atractivo incluso entre perfiles que hace una década lo rechazaban por verlo “aburrido” o “poco creativo”.
Problemas que surgen.
Con un número creciente de aspirantes por plaza, algunos expertos alertan de una posible “burbuja de opositores”, lo cual significa que, a pesar de que existen muchas plazas disponibles, también hay cada vez más personas preparándolas, lo cual incrementa la competencia.
Por ejemplo, en algunas convocatorias recientes del Estado, se han registrado ratios de hasta 100 personas por plaza. Esto no significa que sea imposible aprobar, pero sí obliga a una preparación más estratégica, mayor constancia y, en ocasiones, repetir convocatorias.
Al mismo tiempo, es importante destacar que muchas plazas quedan desiertas en oposiciones técnicas o menos conocidas, debido a la falta de candidatos con el perfil requerido. Por tanto, especializarse en nichos menos saturados puede ser una mayor ventaja competitiva.
¿Entonces, es una moda pasajera, o seguirá creciendo?
Aunque nos parezca una moda pasajera, lo cierto es que el auge de las oposiciones va mucho más allá, ya que supone un reflejo del modelo económico y social español. Por desgracia, en nuestro país el desempleo juvenil sigue rondando el 28 %, y aún existen muchos empleos del sector privado que están muy mal remunerados, por lo cual, el auge de estas oposiciones seguirá aumentando, sobre todo si la situación no mejora.
Además, muchas familias siguen viendo el empleo público como una vía de ascenso social, especialmente en entornos rurales o con menos oportunidades laborales. Al fin y al cabo, opositar no supone solamente una decisión individual de cada persona, ya que implica una estrategia familiar y comunitaria.
¿Qué significa todo esto para el futuro?
Como hemos mencionado, el aumento de aspirantes a las oposiciones en nuestro país plantea una serie de dificultades y oportunidades a la vez: por un lado, las administraciones deberán seguir agilizando y modernizando los procesos selectivos para responder a la alta demanda. Por otro, es importante garantizar la calidad del empleo público y que esto no se convierta en una meta frustrante por exceso de competencia o demoras.
También será importante valorar si el modelo de oposiciones se adapta a las nuevas realidades sociales y profesionales. Algunas voces ya reclaman fórmulas mixtas que combinen méritos, experiencia, habilidades prácticas y pruebas más adaptadas al siglo XXI. Mientras tanto, todo indica que el fenómeno seguirá creciendo, impulsado por la necesidad de seguridad, los cambios generacionales y las condiciones del mercado laboral español.