Amuletos y talismanes; velas y rituales

En la actualidad, a muchos puede resultar difícil creer que todavía existan personas que creen en los amuletos, los talismanes y el poder de las velas. Este tipo de creencias bien arraigadas en sociedades antiguas, no parece tener mucha cabida en la sociedad actual. Sin embargo, nada es lo que parece y, sobre supersticiones, siempre hay alguien dispuesto a creer en ellas y darles el poder que las caracteriza.

Podríamos decir que el misticismo, el esoterismo y las creencias en entes divinos o superiores han caído en desuso, pero no es así. Ciertamente es más fácil encontrar anticredos que creyentes acérrimos. Lo que no quiere decir que todavía haya una gran parte de la población dispuesta a creer y poner su fe en un amuleto, talismán o cualquier objeto de su elección. Del mismo modo que todavía existen creyentes en Dios, adoradores de Satanás, Budistas o cualquier otra religión que hay muchas.

El hecho es que el ser humano, por la razón que sea, necesita creer en algo que esté por encima de él y al no encontrar nada superior en cuestiones terrenales (obviando el hecho de la competitividad entre personas), se busca una entidad con gran poder. No vamos a discutir aquí sobre la existencia o no de posibles deidades. Las creencias religiosas de cada uno son respetables en todos los sentidos. De lo que pretendemos hablar es de los amuletos, los talismanes y demás sortilegios que puedan utilizarse para obtener un poder o protegerse. Tras salir del Palacio del Incienso, donde hemos visto todo tipo de inciensos y velas entre otras maravillas, nos hemos preguntado si un talismán da suerte o quemar una vela aleja los males.

Es de suponer que se trata de algo que uno experimenta en su piel o no. La experiencia ajena de poca utilidad puede ser, debido a que, en principio, partimos de la base de que se trata de una cuestión de fe más que de otra cosa.

Educación, cultura o fe

Cabe plantearse si la educación o la cultura influye en el uso de los amuletos o talismanes. El hecho de creer que un ritual pueda aportar poder a un objeto o quemar una vela alejar el mal o atraerlo, puede resultar en el momento actual, algo enrevesado. Debemos decir que estamos en un momento en el que todo lo que no se ve, no existe y lo vemos prácticamente todo.

Quizá entre en juego ese valor de la formación y aquellos que menos formación y estudios poseen, son más propensos a creer en estas cuestiones y utilizar objetos con fines protectores. Tal vez, no influya ninguno de estos factores y simplemente, hay que los usa y quién no. No obstante, el contexto en el que se educa a una persona si influye notablemente en su escala de valores y creencias. Resulta algo inevitable.

Por lo tanto, podemos decir que las personas que han crecido y vivido en un entorno en el que se le concede importancia a este tipo de ideas y creencias con carácter supersticioso, son más propensas a desarrollar cierto tipo de creencias y comportamientos.

Del mismo modo, la educación y la experiencia que conceden relevancia y exceso de control, favorece que las personas busquen ese control en factores externos. Esto las lleva a desarrollar un estilo de atribución externo que culmina con la búsqueda de apoyos en elementos ajenos. Objetivamente, el nivel de formación que tenga una persona, no tiene por qué hacer que esta sea más o menos propensa a buscar propiedades y atribuciones externas a elementos como los amuletos o talismanes o buscarlos. Probablemente, el factor más relevante sea el entorno, el estilo educativo y el contexto cultural en el que se ha criado.

Es decir, existen personas que aman lo paranormal o tienen una fe a prueba de todo y poseen estudios superiores. En tanto que personas menos leídas e instruida, carecen de fe o piensan que los amuletos o el poder de las velas no es mayor que el que se les quiera conceder.

Otra de las cuestiones que se plantean a la hora de acercarse al mundo mágico, es que poder o mecanismo se activa para que se le conceda cierta importancia a este tipo de protección. Podríamos llegar a pensar en gente insegura, tímida o con baja autoestima. Sin embargo, en la actualidad, todos, nos guste o no, vivimos bajo una extraña ilusión de control. Creemos que tenemos cierto control sobre las cosas que nos suceden cuando en realidad no es así. Muchas personas, consideran que ese nivel de control, depende de una serie de variables internas o propias, mientras que otras, creen que el control depende de factores externos o ajenos a ellas. Este pensamiento, les condice a buscar protección en otras personas, circunstancias u objetos.

Es posible que las personas con mayor inseguridad o baja autoestima, tengan mayor predisposición a buscar apoyo en factores externos, aunque no tiene por qué ser así necesariamente. Son muchas las personas con mucha seguridad en sí mismas o una autoestima normal que tienen pensamientos mágicos en aspectos concretos de su vida. Esto no conlleva una fe ciega en los amuletos o abandonarse a la suerte o al destino. Combinan el esfuerzo personal con la dosis adecuada de pensamiento mágico y siguen adelante.

La suerte… buena o mala, es una cuestión cultural

A gran escala, podemos decir que de forma generalizada, existe una cultura en torno a la suerte. Si es buena o mala, se decide en función de la valoración de factores externos que explican (sin explicar nada) el porqué de un hecho que nos acontece. Si el acontecimiento en cuestión tiene mucha relevancia, puede suceder que los estímulos externos se asocien a la situación vivida.

En este sentido, cuando se produce una nueva situación que, de algún modo, nos recuerda un acontecimiento pasado, existe la posibilidad de que reparemos en los aspectos externos de aquel momento. Puede darse por igual, la circunstancia de que la persona trate de aunar esas circunstancias de buena suerte o evitar las que implican (según su criterio propio y personal) la mala suerte. Esto se ve potenciado sobre todo si la persona, tiene creencias de carácter supersticioso o algún tipo de atribución externo, puesto que posibilita la asociación entre acontecimiento y estímulo externo.

Con todo esto no queremos decir que tener un talismán o confiar en el poder de las velas u otros elementos, sea algo negativo. En el caso de personas que tienen poca tolerancia a la incertidumbre o sienten mayor temor a lo desconocido, es posible que quieran tratar de tener todo bajo control. Este hecho, puede favorecer la búsqueda de esos elementos de la suerte. Del mismo modo que las personas más obsesivas, son más propensas a querer controlar todo y por lo tanto, a buscar protección.

Lo más negativo de esta actitud, puede encontrarse en personas que establecen asociaciones muy fuertes entre acontecimientos y factores externos, generando una obsesión y dependencia de ellos. Esto puede implicar un condicionamiento de su vida, puesto que su actitud y comportamiento puede gira en torno a la obsesión o miedo y evitar en gran medida eso a lo que se teme. Muchas personas, son incapaces de vivir sin sus amuletos o talismanes, entre los que podemos incluir los rituales elaborados en base a ciertas conductas. Siempre y cuando no llegue a obsesionar hasta cierto punto, contar con elementos protectores, no tiene por qué ser negativo. El problema se produce cuando se llega al extremo de crearse un problema obsesivo compulsivo.

Por otro lado, contar con un amuleto, ritual o elemento protector, puede hacer que la persona que lo porta, adquiera una actitud más positiva, confiada y tranquila. Algo que puede resultar positivo a la hora de poner mayor voluntad en lo que se hace y esforzarse al máximo. Si luego la persona ya quiere creer que logró hacer algo por llevar su amuleto y no por su esfuerzo, es otra cuestión.

En cualquier caso, la sociedad actual, no reprime a los creyentes como se ha hecho en otros momentos de la historia. Sea una creencia u otra, lo bueno o malo de nuestro momento cultural, es que todo vale. Sin importar si se trata de creer en Dios, Mahoma, el gato de la suerte o entidades malignas.

Lejos de la tradición cristiana, más bien católica en la que ha crecido España, la Iglesia no tiene cabida pero no es repudiada al extremo. La mayoría de los jóvenes de la actualidad, no contemplan la fe como tal, pero si tienen objetos que le dan suerte.

Por lo demás, amuletos, talismanes, velas y rituales siguen vigentes. Poco importa si se trata de creyentes o no; de jóvenes o no tan jóvenes. Es muy fácil encontrar páginas de internet, blog, youtuber y toda tipo de información relacionada con videntes, tarot, amuletos… Creer que se puede leer el futuro es uno de los mantras de las personas supersticiosas que, a fin de cuentas, es el nombre que se le da a las personas que creen en que algo externo les protege o daña. Los gatos negros, pasar por debajo de la escalera o poner dos velas negras, sigue siendo parte de nuestra cultura y tradición.

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