¿Alguna vez te has dado cuenta de que cuando empiezas a perder vista, lo notas rápido? Ves borroso, necesitas entrecerrar los ojos para enfocar, y enseguida sabes que algo no está bien. Pero con la audición no es tan obvio. Es como si se fuera apagando poco a poco, y al principio ni lo notas. Culpas al ruido de fondo, a que la gente no vocaliza bien, o piensas que estabas distraído. El problema es que, para cuando decides prestarle atención, probablemente ya hayas perdido bastante. Pero no te preocupes porque te voy a explicar qué puedes hacer para cuidar este sentido tan importante de nuestro cuerpo.
¿Cómo funciona el oído?
El oído es más complejo de lo que parece. Es una especie de sistema de tres niveles que trabaja en equipo para que puedas escuchar todo tu entorno. Todo empieza en el oído externo, que incluye la parte visible (lo que llamamos oreja) y el canal auditivo. Aquí se capturan los sonidos y se dirigen hacia adentro, como si fueran olas moviéndose en dirección a la orilla.
Luego está el oído medio, donde las vibraciones de los sonidos hacen que el tímpano (una membrana súper sensible) vibre. Esa vibración se transmite a tres huesecillos diminutos llamados martillo, yunque y estribo. Su trabajo es amplificar esas vibraciones para que lleguen con fuerza al siguiente nivel: el oído interno.
Aquí, en el oído interno, sucede todo el proceso complicado. La cóclea, que tiene forma de caracol y está llena de líquido, transforma las vibraciones en señales eléctricas. Para lograrlo, usa unas células muy especiales llamadas células ciliadas, que básicamente son pequeños “pelitos” que se mueven con el sonido. Estas señales viajan al cerebro a través del nervio auditivo, y ahí es cuando realmente entiendes lo que estás escuchando.
El problema es que estas células ciliadas no son indestructibles. Son delicadas, y si se dañan, no se regeneran. Por eso, cuando empiezas a perder audición, ya no hay vuelta atrás.
¿Por qué perdemos la audición con la edad?
La pérdida auditiva relacionada con la edad tiene un nombre técnico: presbiacusia. Suena complicada, pero es más simple de lo que parece. Básicamente, a medida que envejecemos, todo nuestro cuerpo se desgasta, y el oído no es la excepción. Las células ciliadas empiezan a sufrir un «desgaste natural». Es algo inevitable, pero no siempre afecta a todos por igual.
Luego está el tema del ruido. Si has pasado años yendo a conciertos, usando auriculares a todo volumen o trabajando en ambientes ruidosos sin protección, estás acelerando ese desgaste. El ruido intenso afecta directamente a las células ciliadas, que se van “quemando” como si fueran bombillas que no aguantan tanta intensidad.
También hay que tener en cuenta los factores genéticos. Hay personas que tienen más probabilidades de perder audición simplemente porque así lo dicta su ADN. Y no podemos olvidar que problemas de salud como la diabetes, la hipertensión o incluso infecciones pueden dañar el oído interno, contribuyendo a que pierda audición antes de lo esperado.
¿Podemos evitar perder audición?
Lo más honesto que te puedo decir es que no puedes detener el tiempo ni evitar del todo el envejecimiento. Pero lo que sí puedes hacer es retrasar el daño y minimizar los factores que lo aceleran. Si usas estas buenas prácticas de cuidado auditivo, puedes desacelerar este proceso natural.
Primero, evite los ruidos fuertes. Parece obvio, pero no siempre lo hacemos. Si trabajas en un lugar ruidoso o vas a conciertos, usa tapones o auriculares especiales que protejan tus oídos. Y si usas auriculares para escuchar música, bájale al volumen. Si alguien más puede escuchar lo que estás oyendo, aunque tengas los auriculares puestos, ya estás dañando tus oídos.
Cuidar tu salud en general también es importante. Una buena circulación sanguínea ayuda a que las células del oído interno se mantengan sanas. Así que controla tu presión arterial, mantén el azúcar en niveles saludables y sin humos. Todo esto afecta directamente la salud auditiva, aunque no lo parezca.
Por último, deja de meter cosas en tus oídos. Sí, hablo de los bastoncillos de algodón. En lugar de limpiar, empuje la cera hacia adentro y puede causar infecciones o incluso dañar el tímpano. Si sientes que tienes mucha cera, ve a un especialista.
¿Se puede recuperar la audición perdida?
Aquí es donde hay que ser realistas. La mayoría de las pérdidas auditivas no tienen cura. Como mencionamos antes, una vez que las células ciliadas se dañan, no hay manera de regenerarlas. Pero eso no significa que no haya soluciones.
Los audífonos son una de las herramientas más comunes. Estos no curan la pérdida auditiva, pero amplifican los sonidos y te permiten escuchar mejor. También están los implantes cocleares, que son más avanzados y se utilizan en casos más severos. Lo importante es que, si notas que estás perdiendo audición, actúes rápido. Si lo dejas pasar, el cerebro empieza a acostumbrarse a no recibir ciertos sonidos, y recuperar esa capacidad se vuelve mucho más difícil.
La conexión entre la audición y el cerebro
Lo que mucha gente no sabe es que la pérdida de audición no solo afecta tus oídos, sino también tu cerebro. En el Centro Auditivo Efeta, en Córdoba, han trabajado con muchísimas personas que ignoraron los problemas auditivos hasta que no les quedó más remedio que usar audífonos. Pero para entonces, el daño ya no solo estaba en el oído, sino también en la forma en que el cerebro procesaba la información.
Cuando dejas de escuchar bien, tu cerebro tiene que trabajar el doble para interpretar lo que oyes. Esto no solo te agota, sino que también puede afectar tus habilidades cognitivas. Hay estudios que han relacionado la pérdida auditiva no tratada con un mayor riesgo de demencia. El aislamiento social que viene con la pérdida de audición también juega un papel importante. Cuando no puedes seguir una conversación, te empiezas a alejar de la gente, y eso afecta tu salud mental.
Por eso, ellos insisten en que actúes a tiempo. Aunque muchas personas creen que los audífonos son solo para casos graves, la realidad es que pueden marcar una gran diferencia si los usas antes de que el cerebro comience a «desconectar» de ciertos sonidos.
¿Son los audífonos la mejor solución para este problema?
Los audífonos son pequeños dispositivos electrónicos diseñados para amplificar los sonidos que tu oído ya no puede captar bien. Básicamente, funcionan en tres pasos: primero, un micrófono capta los sonidos del entorno; luego, un procesador los ajusta según tus necesidades (amplificando las frecuencias que tienes más dañadas), y finalmente, un altavoz los envía de vuelta a tu oído. Todo esto sucede en tiempo real y con mucha precisión.
¿Son la mejor solución? Depende. Los audífonos no «curan» la pérdida auditiva, pero son, en la mayoría de los casos, la herramienta más eficaz para mejorar tu calidad de vida. Permiten que vuelvas a participar en conversaciones, disfrutar de la música o simplemente escuchar los sonidos del día a día. Eso sí, cuanto antes empieces a usarlos, mejores resultados obtendrás, porque tu cerebro seguirá activo y acostumbrado a procesar los sonidos correctamente.
Estas cosas aceleran la pérdida auditiva
Si quieres cuidar tus oídos, hay cosas que definitivamente deberías evitar. Los ruidos constantes, como los de fábricas o maquinaria pesada, son un enemigo claro. Si estás en un ambiente así, usa protección siempre.
Otra cosa que hace mucho daño es el uso prolongado de auriculares. No es solo el volumen alto; También es el tiempo que pasa con ellos puestos. Dales un descanso a tus oídos cada cierto tiempo.
También hay medicamentos que pueden afectar la audición. Algunas antibióticos o tratamientos fuertes, como la quimioterapia, tienen efectos secundarios en el oído interno. Si estás en un tratamiento médico y notas algún cambio en tu audición, coméntaselo a tu doctor.
Protege tus oídos
No hace falta que hagas cambios drásticos en tu vida, pero sí que tengas algunos hábitos saludables. Controla el volumen cuando utilice auriculares o dispositivos electrónicos. No pasa nada por escuchar música bajito; tu cerebro se adapta, y con el tiempo te parecerá suficiente.
Si trabajas en un ambiente ruidoso, utiliza tapones o auriculares protectores. No te confíes, porque incluso cortas exposiciones a ruidos fuertes pueden causar daños permanentes.
Y, por último, hazte chequeos regulares. Si notas que tienes que pedirle a la gente que repita lo que dice o sientes que los sonidos son más apagados, no lo dejes pasar. Un especialista puede detectar problemas a tiempo y recomendar soluciones antes de que sea demasiado tarde.
No lo dejes para el final
Cuidar tu audición no es algo que deba esperar a que seas mayor o tengas problemas graves. Es uno de esos sentidos que damos por sentado hasta que empezamos a perderlo. La buena noticia es que puedes tomar medidas para protegerlo y mejorar tu calidad de vida. Y si sientes que algo no está bien, recuerda acudir a profesionales que puedan ayudarte a recuperar esa conexión con el mundo que solo la audición puede ofrecerte.